La prevención y lucha contra las infecciones se remonta a períodos remotos, anteriores al descubrimiento de los microorganismos como agentes causales de las enfermedades infecciosas.
A mediados del siglo XIX, la sepsis (infección) postoperatoria era responsable de la muerte de la mitad de los pacientes que eran sometidos a una cirugía mayor.
En 1839 el químico Justin Von Liebig sostuvo que la sepsis era una especie de combustión causada por la exposición de los tejidos húmedos al oxígeno y por esta razón se consideraba que la mejor forma de prevenirla, era evitando que el aire entrara a las heridas, mediante emplastos y resinas.
Un cirujano británico llamado Joseph Lister no confiaba mucho en esa explicación porque el había observado esas heridas infectadas y consideraba que la sepsis de las heridas era más bien una especie de descomposición.
Un cirujano británico llamado Joseph Lister no confiaba mucho en esa explicación porque el había observado esas heridas infectadas y consideraba que la sepsis de las heridas era más bien una especie de descomposición.
En 1865 Loius Pasteur sugirió que la descomposición era causada por microorganismos en el aire que al ponerse en contacto con la materia la fermentaban. Lister acogió esa teoría y reconoció que sus ideas acerca de la sepsis eran totalmente compatibles con estos microorganismos. Por esta razón consideró que los microorganismos debían ser destruidos antes de que entraran a la herida.
Lister había escuchado que existía una solución de ácido carbólico que se usaba para limpiar las aguas que bebía el ganado y que esta solución había eliminado el parásito que normalmente presentaba a los bovinos. Por esta razón decidió utilizar esta solución para tratar las heridas de sus pacientes quirúrgicos; los resultados fueron sorprendentes ya que durante 9 meses sus pacientes no presentaron infecciones.
Aunque inicialmente sus métodos fueron tratados con indeferencia e inclusive con hostilidad, en 1877 operó una fractura múltiple (que hasta entonces siempre llevaban a la muerte) sin que se presentara sepsis y desde entonces sus métodos fueron adoptados por los cirujanos de todo el mundo.
Desde ese entonces los antisépticos y desinfectantes se han desarrollado en una gran medida y hoy en día existen diversos métodos físicos y químicos para eliminar los microorganismos de los objetos inanimados y de los eres vivos.
Aunque inicialmente sus métodos fueron tratados con indeferencia e inclusive con hostilidad, en 1877 operó una fractura múltiple (que hasta entonces siempre llevaban a la muerte) sin que se presentara sepsis y desde entonces sus métodos fueron adoptados por los cirujanos de todo el mundo.
Desde ese entonces los antisépticos y desinfectantes se han desarrollado en una gran medida y hoy en día existen diversos métodos físicos y químicos para eliminar los microorganismos de los objetos inanimados y de los eres vivos.
No obstante, la infección hospitalaria sigue siendo hoy día un problema de salud pública de primer orden en todos los hospitales del mundo. Paradójicamente, no está demostrado que el nivel de desarrollo tecnológico favorezca su control. Sin embargo, aunque no puede plantearse su eliminación, sí se puede obtener una reducción considerable, si se toman medidas adecuadas para su identificación y control. Asimismo, hoy es necesario introducir en los hospitales un control de la infección hospitalaria como indicador de la calidad de la atención, así como el riesgo que puede representar para el paciente.
Por otro lado, las técnicas de asepsia y antisepsia constituyen los pilares de la prevención de la infección hospitalaria.
Antes de definir asepsia, antisepsia y desinfección es necesario conocer el concepto de infección para poder entender mejor estos conceptos.
Definición de infección: es la invasión del organismo por microorganismos patógenos que se reproducen y multiplican, causando un estado morboso por lesión celular local, secreción de una toxina o al provocar una reacción antígeno- anticuerpo en el huésped.
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